En el mundo de la construcción, el tiempo es un recurso tan valioso como el presupuesto. Cada día extra en una obra implica mayores costos de mano de obra, alquiler de maquinaria, logística y demoras en la habilitación del espacio construido. En este contexto, los premoldeados de hormigón se presentan como una solución estratégica para acelerar los tiempos sin sacrificar calidad ni seguridad.
Desde elementos estructurales hasta componentes urbanos específicos, como los pilares de luz reglamentarios, los premoldeados ofrecen ventajas que impactan directamente en la planificación, ejecución y finalización de los proyectos. Conocé por qué cada vez más desarrolladores, municipios y empresas constructoras los eligen como parte integral de sus obras.
Una de las principales razones por las que los premoldeados ganan terreno es la significativa reducción en los plazos de obra. Esto se logra por varias vías:
1. Fabricación en paraleloMientras se avanza con tareas preliminares del terreno (movimiento de suelo, nivelación, instalaciones subterráneas), los premoldeados pueden producirse simultáneamente en planta. Esto evita cuellos de botella y permite una coordinación más eficiente entre etapas.
2. Instalación rápidaA diferencia de las estructuras coladas en sitio, que requieren encofrado, curado y fraguado —procesos que consumen tiempo y dependen del clima—, los premoldeados llegan listos para ser colocados. En muchos casos, su instalación puede resolverse en cuestión de horas.
3. Menor dependencia del climaLas lluvias o bajas temperaturas pueden detener trabajos de hormigonado convencional. En cambio, los premoldeados, al haber sido fabricados bajo techo, no se ven afectados por las condiciones meteorológicas al momento de su producción.
Uno de los ejemplos más claros de cómo los premoldeados aceleran los plazos es el caso de los pilares de luz reglamentarios, un componente esencial en obras residenciales, industriales o de infraestructura pública. Estos pilares, exigidos por las distribuidoras eléctricas para realizar la acometida, deben cumplir con una normativa técnica específica que garantice seguridad y durabilidad.
Al optar por pilares premoldeados, se eliminan varias tareas que de otro modo requerirían tiempo y recursos: la construcción manual del pilar utilizando ladrillos y mezcla, la preparación de cajas plásticas y caños de interconexión y su respectivo montaje en el pilar mientras se va armando, la espera por el secado completo para finalizar con el revoque y pintura, debiendo incluso realizar las verificaciones posteriores finales. En cambio, el pilar llega a la obra con las dimensiones correctas, la resistencia adecuada y, en muchos casos, con accesorios ya incorporados, como cajas de medición y de protecciones eléctricas.
Esto permite que, apenas se finaliza la instalación del pilar, se pueda solicitar la conexión del servicio eléctrico, sin demoras adicionales, ni riesgos a posibles rechazos por mala praxis. Para obras públicas o barrios en desarrollo, donde se deben instalar decenas de estos pilares, la diferencia en tiempos acumulados puede ser enorme.
Por supuesto que, además de los pilares de luz, existen muchos otros elementos premoldeados que contribuyen a acortar los plazos de ejecución:
Uno de los grandes mitos que los premoldeados han logrado desmentir es que “lo rápido es de menor calidad”. Ya que, lejos de eso, estas piezas ofrecen una durabilidad igual o superior a las soluciones tradicionales, a partir de que su fabricación en planta garantiza un mayor control del proceso. Además, al estandarizar medidas y características, se facilita el cumplimiento de normativas técnicas y se reduce el margen de error humano.
Por esto, y en un contexto donde la eficiencia constructiva es cada vez más valorada, los premoldeados de hormigón se posicionan como una herramienta clave para reducir tiempos, optimizar recursos y garantizar resultados de calidad. Ya sea en una obra particular que necesita un pilar de luz reglamentario, o en un desarrollo urbano a gran escala, estos elementos permiten avanzar con velocidad sin comprometer la seguridad ni el diseño.
Implementarlos no es solo una cuestión de practicidad: es una decisión estratégica que puede marcar la diferencia entre un proyecto exitoso y uno demorado.